Mi deuda de una década (mis estudios universitarios)
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Te voy a contar una historia de 10 años, en 1000 palabras.
Me gradué en 2007 de un colegio vocacional. En Costa Rica, estos son colegios duales donde además de tus cursos académicos, llevás un bloque de cursos técnicos. En mi caso estudié Electrónica Industrial.
Al salir del colegio entré directamente a trabajar en ventas internas de equipos industriales. Es decir, salí del colegio directamente a trabajar en eso que había estudiado, con 17-18 años.
Estuve en esa empresa casi 4 años, desarrollé habilidades sobre el trato con clientes y proveedores. Era mucho de trabajo en computadora, cosa que siempre me ha agradado. En esos años tenía la meta de ingresar a la universidad. Había sido una decisión demasiado compleja para mí en esa época porque no sabía qué estudiar, demasiadas cosas me gustaban (igual que ahora).
Saliendo del colegio había hecho los exámenes de las universidades públicas y me fue bien, pude haber ingresado a veterinaria en una de las universidades, a administración (en la que finalmente estudié) o a otras carreras que me gustaban.
Un par de años después sí ingresé, a Administración de Empresas, en una universidad privada. Llevé varios cuatrimestres, pero lo pausé.
Para ese entonces seguía trabajando. A mis hermanos y a mí, nuestros papás no nos daban dinero directamente desde el momento que salíamos del colegio, era una técnica de mi papá, para enseñarnos sobre el manejo del dinero. Por lo cual, tanto estudiar y cualquier gasto personal corría por cuenta de cada uno.
También, por ahí del 2010 hice un cambio de trabajo. Dejé ese en el que estaba desde que me gradué del colegio y me pasé a un trabajo muy diferente. Fue ahí donde comencé en el mundo de lo virtual, de las páginas web, las redes sociales y el diseño gráfico (por eso les contaba en mi presentación (+), que tengo aproximadamente de 10 años de experiencia en ese rubro).
Pero bueno, seguía con esa “espinita”, como dicen, de querer estudiar en la universidad.
Tenía cada vez más claro que Administración de Empresas, porque luego de tantos años de meditarlo, todos los caminos me llevaban ahí. Con las bases que da esa carrera, podría involucrarme en ámbitos muy diversos y a partir de ahí especializarme.
Entonces… fue en 2014.
Luego de muchos vaivenes y frustración, me comprometí con ingresar al TEC y gracias al apoyo de mi pareja me preparé ese año. Fue en secreto, no le dije a mis amigos ni familiares, era algo muy grande y quería retarme en silencio. Tenía mucho tiempo de no estudiar matemáticas, así que hasta lo más simple se me complicó al inicio.
Nota curiosa: también tenía mucho tiempo de no hacer exámenes de varias horas, entonces hicimos prácticas realistas. Me encerraba en la oficina con cronómetro, a hacer exámenes de prueba. Tenía prohibido salir, levantarme o ir al baño, ¡por más que me urgiera!
Estudié y practiqué mucho, hice el examen y todo salió bien.
Pocos días después de recibir la noticia, en mi celebración de cumpleaños le conté a mi familia y amigos las buenas nuevas.
Comencé lecciones en febrero de 2015.
El TEC, es el Tecnológico de Costa Rica. Si me lee alguien de otro país, les cuento que esta es una universidad pública; en mi país, las instituciones universitarias públicas cuentan con enorme prestigio. El TEC es de esas Universidades que se sabe que demandan mucho compromiso al ingresar, especialmente si uno quiere graduarse en el tiempo especificado para la carrera.
Así que si iba a lanzarme a cumplir esta meta, era a lo grande.
Porque además de querer sacar mi título, quería también tener la experiencia de la universidad, ir a clases, hacer los proyectos. Por eso me matriculé en el horario diurno, y gracias a que mi trabajo era bastante flexible en cuanto a horarios, pude organizar todo.
Así pasaron cuatro años, de trabajar todos los días (¡y noches!) como nunca antes, de cambiar de mentalidad en tantas cosas, de aprender demasiado y conocer gente increíble, de recibir lecciones de materia y de vida.
Terminé en 2018, con una investigación para mi Trabajo Final de Graduación, la cual paso a mi proyecto del EcosistemaEmprendedor.cr ( aquí te cuento más(+) ).
Me gradué a inicios de 2019. Con el honor de ser el mejor promedio de esa generación de Grado y poder compartir las palabras del discurso por y para mis compañeros. Esa ha sido una de las emociones más grandes de mi vida (al final del artículo les dejo el video).
Decir que me gradué con honores no es alardear, de hecho te confieso que en 2015 cuando comencé a estudiar, me sentía bastante culpable por la edad a la que lo hacía y no me parecía nada meritorio. Pero ahora me doy cuenta de cuánto valor tuvo lo que hice, pero sobre todo el punto está en que gracias a toda esa evolución emocional, mental, social y de conocimiento por la que pasé, ahora estoy 100% segura de que estudié en relación a mi vocación.
Un título universitario y un reconocimiento de grado de honor, son dos elementos que bien podrían ser simplemente algo escrito en un papel, para mí son dos luces con un significado tan enorme que me guiarán siempre para llevar todo eso que viví y aprendí para hacer lo que más me mueve: compartir con otros lo que yo sé y lo que vaya aprendiendo.
Algunos dicen que el estudio universitario está sobrevalorado. Yo apoyo la idea de que definitivamente no es indispensable para hacer lo que nos apasiona, sin embargo en mi caso no tengo ninguna duda: era lo que necesitaba y no me puedo ni imaginar no haberlo hecho. No por tener un título, sino porque yo necesitaba y anhelaba la experiencia, y la satisfacción de decir «voy a hacer esto» y hacerlo.
Así que como te cuento: más allá de dos bonitos detalles en papel, es qué planeo hacer con eso y el impulso para cuánto más puedo llegar a hacer, por la seguridad que esta experiencia de cuatro años me dejó. Porque obviamente hay aún mucho por aprender, conocer y experimentar.
Tengo mucha seguridad al decir que:
Llegué tarde, en el momento preciso.